Llegó la hora -dijo la Morsa- de hablar de muchas cosas:
de zapatos y barcos y sellos. De repollos y reyes. De por qué el mar está hirviendo y de si los cerditos tienen alas. (
Lewis Carroll)
¿Tú tienes alas?
(Y de acá para abajo escribo YO)

lunes, 22 de marzo de 2010

O t o ñ o

Estaba aburrida de estar tan quieta,
estaba cansada de ser tan callada,
estaba harta de tanto calor,
y principalmente ansiosa por descubrir el mundo.

Si se quedaba donde estaba, no podría viajar nunca más en su vida. Probablemente moriría ahí colgada, seca, putrefacta.

Todas las demás la miraban esperando que tomara una decisión.
Ya estaban todos enterados de su enojo y cansancio, de sus ganas de explorar, de conocer nuevos lugares, de tener nuevos puntos de vista.

Significaba un gran paso. Significaba volverse independiente y perder el hogar que la cuidó desde que nació.
Pero qué es peor que vivir encerrado en el mismo lugar toda una vida.

Se sacudió un poquito, despegó el tallo de la rama, y se lanzó a volar con la siguiente ráfaga de viento.
Muchas más la siguieron.

Su viaje no duró mucho.
Estuvo flotando durante unos segundos hasta tocar el pasto y amontonarse junto a un montón de hojas con los mismos sueños de libertad.
Todas igual de doradas, orgullosas, aunque débiles y resquebrajadas.
Ninguna supuso que su vida terminaría allí, tiradas.
Pero al menos estaban todas juntas y todas pensando lo mismo: qué lindo se ve el cielo desde aquí abajo.

Llegó el otoño.

1 comentario:

  1. hola

    que hermoso!! me encantò tu engaño :D
    jaja es q creì q me hablabas de una persona hasta q caì y todo tuvo mas sentido !

    un beso, q andes biien
    :)

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